martes, 31 de enero de 2012

La estupidez humana...



La función de la inteligencia es resolver bien los problemas, y fracasa cuando se equivoca en el planteamiento, cuando yerra en las soluciones, o cuando sabiendo lo que debe hacer, no lo pone en práctica. El dogmatismo, los prejuicios, las supersticiones, el fanatismo son fracasos cognitivos. Tienen una característica común: blindarse contra las críticas, prescindir de los argumentos en contra, percibir sólo los hechos que los corroboran y no registrar los demás. 

Locke denunció el circulo vicioso del fanático: "Afirman de una doctrina que es una revelación, porque creen firmemente en ella; creen firmemente en ella porque es una revelación". Sucede como en el chiste: un hombre cuenta a sus amigos que su rabino es un santo, porque habla todos los días con dios. Los amigos escépticos le preguntan: ¿Y tu cómo lo sabes? porque me lo ha dicho él mismo. ¿Y cómo sabes que no te engaña? ¿Cómo me iba a engañar un hombre que habla todos los días con dios? 

Voltaire ya describió, hace mas de dos siglos, los peligros del fanatismo, tan en boga hoy: "Es un celo ciego y apasionado que surge de creencias supersticiosas y produce hechos ridículos, injustos y crueles; y no solo sin vergüenza ni remordimiento de conciencia, sino además con algo parecido a la alegría y el consuelo. El fanatismo no es mas que la superstición llevada a la práctica. 

Magazine "La vanguardia" 

domingo, 15 de enero de 2012

Y no para de llover...


En la existencia de todo individuo, hombre o mujer, hay un momento de reto a ultranza, un momento en que se ponen a prueba todos los recursos de los que disponemos, en que la vida parece absolutamente injusta. Un momento en que nuestra fe, nuestro valores, nuestra paciencia, nuestra comprensión, nuestra perseverancia son forzados hasta el límite... y aún más allá. Para algunos, una prueba así es una oportunidad de convertirse en individuos mejores... Otros dejan que la experiencia los destruya.

Anthony Robbins
Imagen by Nur

viernes, 6 de enero de 2012

Reflexiones desde la gran urbe...


No recordaba lo sola que puede sentirse una en medio de una ciudad de casi 30 millones de habitantes. Pero así es México, lleno de contrastes, en todos los sentidos…

No hay luciérnagas ni colibríes ni el olor de la lluvia en el pasto. No se oyen las oropéndolas, ni los grillos, ni las ranas, ni el aire entre los árboles. Aquí suenan los pasos, los pasos de la gente moviéndose en grandes ríos. Suenan como en una desafinada orquesta junto con  las sirenas de ambulancias y policía, las campanas de las iglesias, las bocinas de los carros, y los gritos de los vendedores. La mixtura de olores está formada por los aromas de las diferentes comidas, taquerías, puestos de elotes, cafeterías, paradas de tortas y hot dogs, restaurantes chinos… y el resto de olores orgánicos e inorgánicos…  contaminación, sudor, cloacas, los escapes de los coches, y el frio olor del concreto y los adoquines que te rodean por todas partes. Pero lo peor es el olor de la basura, es diferente del de Europa, no sé por qué pero es infinitamente mas nauseabundo. La última vez que sentí un olor tan desagradable fue en Peru…  pero esa es otra historia…

Esta semana en la gran ciudad me ha servido para disfrutar de algunas cosas que hacía tiempo no tenía disponibles. Como perderme en una librería durante horas, ver una película en una sala de cine, escuchar música en directo, ver alguna exposición o tomarme una cerveza de barril sentada en una terraza mientras veo pasar la diversidad de gente que puede ofrecer semejante urbe.  Pero lo mas importante ha sido recordar cómo no quiero vivir…  No quiero vivir en un lugar dónde una niña de 11 años se congela en el suelo, en la calle, mientras a escasos metros de ella dos señoras con buenos abrigos beben café caliente sentadas en un banco y comparten, sin inmutarse, sus tortas con su perro, también con abrigo y mejor peinado que la niña tapada con una cobija y acurrucada contra la pared de un gran edificio comercial en la noche de reyes…

También ha sido una semana de pausa y reflexión. Reconocerme después de todo este año de aventuras me está resultando apasionante. Me siento muy feliz de los logros conseguidos hasta ahora, sobre todo porque son completamente míos. Me siento capaz de guiar la balsa de mi vida sin que el primer rápido me voltee. Me siento como recién nacida a un mundo lleno de sorpresas y cosas maravillosas, llena de nuevas ilusiones y nuevos deseos, y miedos también, sí, he descubierto que el miedo nunca desaparece, pero puedes aprender a vivir con él… No soy la misma mujer de hace año y medio, he crecido, puedo sentir una nueva y renovadora fuerza dentro de mi. Por primera vez en mi vida me doy cuenta que no necesito a nadie para poder sonreír cuando me levanto por la mañana, sola, esté donde esté, llueva o haga sol, porque la luz, por primera vez, la siento dentro. Ahora puedo dar sin condiciones y recibir agradeciendo infinitamente al universo por lo que dispone en mi camino.

Y como canta Silvio… “soy feliz, soy (una mujer) feliz  y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad…”

Imagen by Nur

domingo, 1 de enero de 2012

Abrazos


Se fundió en un dulce abrazo
disfrutando del calor en el alma
y lloró al saber que ya no necesitaba que la abrazara ...

Aviso

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El Internet explorer está dando fallos y no lo muestra completo.
O, a veces..., todo lo contrario...